domingo, 31 de julio de 2011

La patología del esteticismo

Párrafos extraídos de la obra "La verdadera filosofía del arte cristiano y oriental" del historiador de arte Ananda Coomaraswamy. En ellos el autor nos muestra las diferencias sustanciales entre lo que es un gusto sentimental sujeto a simpatías o antipatías individuales y lo que es la belleza cognitiva que depende del modo correcto de hacer las cosas, de la adecuación, el orden y la armonía entre las partes:

* * *
"Éstas no son opiniones personales, sino sólo las deducciones lógicas de toda una vida dedicada al manejo de obras de arte, a la observación de hombres a la obra, y al estudio de la filosofía universal del arte, filosofía de la que nuestra «estética» es sólo una aberración provinciana y transitoria. Es incumbencia del hombre de museo mantener, con Platón, que «no podemos dar el nombre de arte a nada que sea irracional»".

"El artista no es un tipo especial de hombre, sino que todo hombre que no es un artista en algún campo, todo hombre sin una vocación, es un haragán. El tipo de artista que un hombre debe ser —carpintero, pintor, hombre de leyes, agricultor, o sacerdote— está determinado por su propia naturaleza, en otras palabras, por su nacimiento. El único hombre que tiene derecho a abstenerse de toda actividad constructiva es el monje, que también ha renunciado a todos esos usos que dependen de las cosas que se pueden hacer y que ya no es un miembro de la sociedad. Ningún hombre que no es un artista tiene derecho a un estatuto social".


"Las posesiones son una necesidad en la medida en que podemos usarlas; es enteramente legítimo tener gozo en lo que usamos, pero es igualmente desordenado tener gozo en lo que no podemos usar o usar aquello en lo que no se puede tener gozo. Todas las posesiones que no son al mismo tiempo bellas y útiles son una afrenta a la dignidad humana. La nuestra es tal vez la primera sociedad que encuentra natural que algunas cosas sean bellas y otras útiles. Ser voluntariamente pobre es haber rechazado lo que no podemos admirar y usar al mismo tiempo; esta definición puede aplicarse igualmente al caso del millonario y al del monje".

"Lo que Platón entiende por «fiel» es «iconográficamente correcto». Porque todas las artes, sin excepción, son representaciones o semejanzas de un modelo; pero esto no quiere decir que lo sean en el sentido de decirnos qué aspecto tiene el modelo, lo cual sería imposible viendo que las formas del arte tradicional son típicamente imitativas de cosas invisibles, que no tienen apariencia, sino que son analogías tan adecuadas que son capaces de hacernos recordar, es decir, de traer de nuevo a nuestra mente, sus arquetipos. Las obras de arte son recordatorios; en otras palabras, soportes de contemplación"

"Donde nosotros vemos el «genio» como una «personalidad» peculiarmente desarrollada que hay que explotar, la filosofía tradicional ve el Espíritu inmanente, aparte del cual la personalidad individual es relativamente nada".

"Ningún hombre, considerado en tanto que tal, puede ser un genio: pero todos los hombres tienen un genio, al que pueden servir o desobedecer a su propio riesgo. No puede haber ninguna propiedad de las ideas, pues éstas son dones del Espíritu, y no deben confundirse con los talentos: las ideas nunca se hacen, sólo pueden ser «descubiertas» y acogidas".


"Podemos imaginar lo que Platón, que expresaba una filosofía del arte que no es «suya propia», sino intrínseca a la Philosophia Perennis, habría pensado de nuestras interpretaciones estéticas y de nuestra aseveración de que el fin último del arte es simplemente complacer. Pues, como él dice, «el ornamento, la pintura, y la música que se hacen sólo para dar placer» son sólo «juguetes». En otras palabras, el «amante del arte» es un «play boy». Se admite que una mayoría de hombres juzgan las obras de arte por el placer que proporcionan; pero antes de descender a un nivel tal, Sócrates dice no, «ni aunque todos los bueyes y caballos y animales del mundo, por su persecución del placer, proclamen que tal es el criterio». El tipo de música que él aprueba no es una música multifaria y cambiante sino una música canónica;  no el sonido de instrumentos «poli-armónicos», sino la simple música (B8`J0H) de la lira acompañada por el canto «deliberadamente diseñado para producir en el alma esa sinfonía de la que hemos estado hablando»; no la música de Marsyas el Sátiro, sino la música de Apolo".


“El sí mismo anímico o sentimental se regocija en las superficies estéticas de las cosas naturales o artificiales, que le son afines; el sí mismo intelectual o espiritual se regocija en el orden de estas cosas, y se alimenta por lo que en ellas le es afín. El espíritu es una entidad descontenta mucho más que una entidad sensitiva; lo que el espíritu saborea, no son las cualidades físicas de las cosas, sino lo que se llama su olor o su sabor, por ejemplo «la pintura que no está en los colores», o «la música que no se escucha», es decir, no una figura sensible sino una forma inteligible. El «contento del corazón» de Platón es lo mismo que esa «beatitud intelectual» que la retórica india ve en la «saboreación del sabor» de una obra de arte, una experiencia inmediata, y congenérica de la saboreación de Dios”.

"Tendremos que comenzar descartando totalmente el término estética. Pues estas artes no se produjeron para la delectación de los sentidos. El original griego de esta palabra moderna no significa nada más que sensación o reacción ante los estímulos externos; la sensibilidad que implica la palabra aisthesis está presente en las plantas, en los animales y en el hombre; es lo que el biólogo llama «irritabilidad». Estas sensaciones, que son las pasiones o emociones del psicólogo, son las fuerzas inductoras del instinto. Platón nos pide que nos levantemos virilmente contra los impulsos del placer y del dolor. Pues éstos, como implica la palabra pasión, son experiencias agradables o desagradables a las que estamos sujetos; no son actos nuestros, sino cosas que nos hacen a nosotros; sólo el juicio y la apreciación del arte es una actividad. La experiencia estética es la de la piel que se ama tocar, o la del fruto que se ama saborear. La «contemplación estética desinteresada» es una contradicción en los términos y un puro sinsentido. El arte es una virtud intelectual, no física; la belleza es afín al conocimiento y a la bondad, de los que constituye, precisamente, el aspecto atractivo; y puesto que una obra nos atrae por su belleza, su belleza es evidentemente un medio hacia un fin, y no en sí misma el fin del arte; el propósito del arte es siempre de comunicación efectiva. Así pues, el hombre de acción no se contentará con sustituir un juicio de comprensión por el conocimiento de lo que le agrada; no se limitará a gozar de lo que debe usar (a aquellos que se limitan a gozar les llamamos acertadamente «estetas»); lo que le interesará no serán las superficies estéticas de las obras de arte, sino la recta razón o la recta lógica de la composición. Ahora bien, la composición de obras de arte como las que exponemos no se debe a razones estéticas, sino a razones expresivas. El juicio fundamental concierne al grado en que el artista ha conseguido dar clara expresión al tema de su obra. Para responder a la pregunta de si la cosa se ha dicho bien, será evidentemente necesario que sepamos qué es lo que tenía que decirse. Por esta razón, al examinar una obra de arte siempre debemos comenzar por su tema".

"Platón estaba lejos de admirar «el milagro griego» en arte; elogiaba el arte canónico de Egipto, en el que «estos modos (de representación) que son correctos por naturaleza se habían considerado siempre sagrados». Este punto de vista es idéntico al de los filósofos escolásticos, para quienes «el arte tiene unos fines fijados y unos medios de operación verificados». Nuevos cantos, sí; pero nunca nuevos tipos de música, porque éstos pueden destruir toda nuestra civilización. Son los impulsos irracionales los que ansían la innovación. Nuestra cultura sentimental o estética —sentimental, estético y materialista son virtualmente sinónimos— prefiere la expresión instintiva a la belleza formal del arte racional. Pero Platón no podría haber visto ninguna diferencia entre el matemático conmovido por una «bella ecuación» y el artista conmovido por su visión formal. Porque él pedía que nos levantáramos como hombres contra nuestras reacciones instintivas ante lo que es agradable o desagradable, y que admirásemos en las obras de arte, no sus superficies estéticas, sino la lógica o la recta razón de su composición".

"«Cuanto mayor es la ignorancia de los tiempos modernos, tanto más profunda se hace la oscuridad de la Edad Media». La Edad Media y el oriente son misteriosos para nosotros debido sólo a que no sabemos qué pensar, a excepción de lo que nos agrada pensar. Como humanistas e individualistas, nos halaga pensar que el arte es una expresión de sensaciones y de sentimientos, de preferencia y de libre elección personales, sin compromiso alguno con las ciencias matemáticas y cosmológicas".

«La patología estética es una excrecencia en el genuino interés por el arte que parece ser exclusivo de los pueblos civilizados»

"El hombre integral es de modo natural un metafísico, y sólo más tarde un filósofo y psicólogo, un sistematizador. Su razonamiento es por analogía o, en otras palabras, por medio de un «simbolismo adecuado»"

"«Pensar por sí mismo» es siempre pensar en sí mismo; por consiguiente, lo que se llama «librepensamiento» es la expresión natural de una filosofía humanista. En ella, estamos a la merced de nuestros pensamientos y correspondientes deseos. El librepensamiento es una pasión; son los pensamientos, y no nosotros, los que son libres. Nunca insistiremos bastante en que la contemplación no es una pasión, sino un acto; y en que, si la psicología moderna ve en la «inspiración» la irrupción de un deseo instintivo y subconsciente, la filosofía ortodoxa ve en ella una elevación del ser del artista hasta niveles supraconscientes y supraindividuales. Donde el psicólogo invoca a un demonio, el metafísico invoca a un daimon: lo que para uno es la «libido», para el otro es «el Eros divino»".

"Y mientras que en la mayor parte del arte moderno no podemos dejar de reconocer un exhibicionismo en el que el artista, más que demostrar una verdad, se explota a sí mismo, y el individualismo moderno justifica francamente este autoexpresionismo, el arte medieval es característicamente anónimo y de «porte discreto», y lo que importa en él es lo que se dice, y no quien habla".

"El estudioso comprende la lógica de la composición; el ignorante sólo comprende su valor estético".

"Allí donde el artista explota su propia personalidad y deviene un exhibicionista, ese arte entra en decadencia"
"Considerar la belleza como una cosa que ha de gozarse aparte del uso es ser un naturalista, un fetichista, y un idólatra".

"La perfección, más que la belleza, era el fin en vista. No había ninguna «estética», ninguna «psicología» del arte, sino sólo una retórica, o teoría de la belleza, belleza que se consideraba como el poder atractivo de la perfección en tipo, y como dependiente de la adecuación, del orden o la armonía entre las partes (algunos dirían que esto implicaba, dependiente de ciertas relaciones matemáticas ideales entre las partes) y de la claridad o iluminación —a saber, la huella de lo que San Buenaventura llama «la luz de un arte mecánico». Nada ininteligible podría haberse considerado como bello. La fealdad era la falta de atractivo de la informalidad y el desorden".

"Así pues, lo que se ha conservado realmente en los cuentos populares y de hadas, y en el arte campesino popular no es, ciertamente, un cuerpo de fábulas meramente infantiles o de entretenimiento, ni un cuerpo de arte decorativo rústico, sino una serie de lo que son realmente doctrinas esotéricas y símbolos que no son de invención popular. Puede decirse que, cuando ha tenido lugar una decadencia intelectual en los círculos superiores, es así como se conserva, de una época a otra, este material doctrinal, proporcionando un vislumbre de luz en medio de lo que puede llamarse la noche oscura del intelecto; la memoria del pueblo hace las veces de una suerte de arca, en la que la sabiduría de una época anterior pasa el período de disolución de las culturas que tiene lugar al cierre de un ciclo".
  

sábado, 30 de julio de 2011

Danzas y ejercicios tradicionales en película de Peter Brook

Estas son danzas al parecer sufís extraídas de la película "Meeting with remarkable men" (encuentro con hombres notables) del director de teatro experimental Peter Brook. El título de la película hace referencia a una de las obras del mago George Ivanivich Gurdjieff, en donde a modo de novela biográfica - no exenta de mucha imaginación, como gustaba de hacer Gurgieff - relata su recorrido por el Asia central y el Medio Oriente en busca de un monasterio que albergaría a los miembros de una cofradía universal conocida como la "Hermandad de Sarman"

En su trayecto se encontrará con sufíes, monjes, maestros que lo irán forjando en la sabiduría para luego, después de toda esa peripecia y tras haber encontrado el misterioso monasterio, retornar a Europa y mostrar al mundo entero la "sabiduría oculta de la humanidad".

La enseñanzas de Gurdjieff, resumidas en lo que dio a conocer como el cuarto camino o la vía del hombre astuto, una especie de síntesis entre los caminos del yoguí, del monje y del faquir (la mente, las emociones y el cuerpo respectivamente), calaron fuertemente en la intelectualidad artística europea de su tiempo, siendo este el caso del reconocido director de teatro Peter Brook.

Este monasterio y cofradía universal que dice haber encontrado Gurdjieff en las regiones montañosas del Asia Caentral no sería sino el remedo y la parodia del verdadero "Centro del Mundo", aquel conocido como Aghartta o Shamballa por las tradiciones orientales y que yace oculto para el común de los mortales.

La palabras de Guenon sobre dicho excéntrico - y en extremo psíquico - personaje (sus leyendas son varias), que dicho sea de paso condujo al manicomio y al suicido a varios de sus seguidores, son categóricas: "alejarse de él como la peste".

Todo esto no quita - dado la calidad artística del director - que la película esté muy bien hecha y que valga la pena verla. Son hermosas danzas tradicionales que lo que buscan es expresar y representar simbolicamente principios cosmológicos que yacen inscritos en sus doctrinas, no como las danzas modernas que más bien se limitan a expresar un cierto estado de ánimo caprichoso.    

miércoles, 27 de julio de 2011

Baraka

Este es el trailer del documental Baraka realizado por el cineasta Ron Fricke en el año 1992. Su estructura narrativa carece de guión y está conformada únicamente por imágenes, música y sonidos naturales o artificiales. En este documental se puede notar con claridad el fuerte contraste que existe entre el mundo moderno y el mundo tradicional, aparentemente imposibles de armonizar. El caos violento de la modernidad y su fealdad intrínseca frente al orden dócil y bello de lo tradicional. La palabra Baraka es de origen árabe y significa la "influencia espiritual" o bendición que recibe el neófito durante la iniciación.      

Dead can Dance, Yulunga

Las imágenes del vídeo pertenecen al documental Baraka del director estadounidense Ron Fricke. Es uno de los documentales que mejor ha retratado el espacio sagrado del hombre tradicional y la violación profana cometida por el hombre moderno. En este fragmento se muestran algunas danzas tradicionales acompañadas con la música solemne y señorial de la banda Dead can Dance.


domingo, 24 de julio de 2011

El pueblo Rrom, los Gitanos

Joaquin Albacin es un escritor que pertenece por línea materna a un linaje gitano y ha escrito una obra que se titula “En pos del sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda” en donde intenta explicar los misteriosos orígenes de su pueblo. Para ello divide su obra en tres partes: la de la historia, la del mito y la de la leyenda. 

Siendo el escritor gitano-español un seguidor de la perspectiva tradicional contemporánea, aquella inaugurada - indirectamente - por el ilustre Rene Guenon, se entenderá porqué lo más sustancioso de su trabajo reside en los capítulos que versan sobre los mitos y leyendas de su pueblo, aunque lo histórico no deje tampoco de ser harto interesante por su rigor erudito y amplia documentación.

Dentro de los varios datos reveladores que encontramos en su obra, como por ejemplo el verdadero origen sagrado del baile flamenco vinculado a los mudras hindúes y a estilos de baile como el bharata natyam o el kathak, o la posibilidad de que su pueblo (junto con otras dos ramas más del pueblo tártaro) haya tenido como patria primordial el “centro subterráneo” del mundo, aquel denominado por las diversas tradiciones como Preste del Juan, Salem, Shambala o Agarttha, el que más nos ha sorprendido ha sido el que los emparenta con la raza roja drávida de la India y los convierte en fieles seguidores del Dios Shiva. 

Se ha encontrado que algunas zíngaras de Rusia y los Balcanes llevaban collares con el amuleto de un lingam y yoni reunidos, símbolo por excelencia del culto shivaíta.

Es un error común de la historiografía moderna - que ha sido ya subsanado y corregido por las múltiples evidencias nuevas aparecidas - atribuir al pueblo de los Rrom orígenes egipcios (de donde la voz en inglés gypsies y en español gitano, por lo de egipcio o egiptano), y esto principalmente porque los primeros caravanserrallos zíngaros que llegaron a Europa por Grecia declararon - por propia ignorancia y olvido - ser oriundos del Egipto Menor o Pequeño Egipto. 

La verdad es que que los gitanos o pueblo de Rrom poseen sangre india y que son descendientes de los clanes kshatriyas (casta guerrera de nobleza y aristocracia) del Penjab, Haryana, Rajasthan y más. Un linaje de guerreros arios que (la palabra "ario" del sánscrito "arya" hace referencia a los "dos veces nacidos" de las tres primeras castas y no a una "raza aria blanca" como han inventado los orientalistas europeos y los ocultistas del nazismo), antes de someterse al yugo de los musulmanes cuando éstos invadieron el norte de la India entre los siglos XI y XIII, prefirieron marcharse al exilio y emigrar hacia las tierras donde el sol se pone afrontando un destino incierto. 

“Las mujeres, enjoyadas, se echaron los hijos a las caderas y, con la cabeza alta y el gesto imperturbable y orgulloso, siguieron a sus maridos para compartir el destino de los héroes. Muchas familias procedentes de toda la sociedad penjabi, admiradas ante el ejemplo de los bravos rajput, se habrían unido con sus pertenencias a la majestuosa caravana, y ayudado a empujar los carros con que forzó ésta los pasos montañosos del Afghanistán. Cada noche, después de haber trepado a inexpugnables aguileras, burlado a las patrullas muslimitas y soportado estoicamente la inclemencia del sol, la caravana se detendría, se encenderían los fuegos y se cantaría y bailaría. Al día siguiente, con el alba, se pondrían otra vez en marcha aquellos valientes enamorados de la libertad a los que, siglos después, llamaría Chaman Lal “los hijos olvidados de la India!" 

El nombre que decidió adoptar este pueblo nómade como título de su clan - antes que el de gitano, que fue atribuido por los europeos - fue el de Rromane Chave o Rrom, cuyo origen deriva de los hijos de Rama, rey kshatriya anterior al ciclo de Krishna que gobernó el pueblo indio de Pendjan y que, al igual que ellos, también sufrió el exilio. 


También está la leyenda que el ginatólogo galo Fleury recoge de boca de unos ancianos zíngaros y que asevera que los gitanos son "descendientes de un legendario pueblo cuya cuna era la India, los Gondh-Sindhus, una rama de los cuales, en un pretérito muy distante en el tiempo, se habría echado a camino en dirección al Oeste. A su paso por el Oriente Medio se hicieron diestros en el arte de la doma de caballos, y, como eran ricos en piedras preciosas, pudieron adquirir bestias que apecharon con el peso de sus bagaje, formar caravanas y llegar hasta Caldea, donde la población autóctona les recibió bien, especialmente por su excelencia como templadores de metal". 

La etimología de estas dos palabras harían referencia histórica a los habitantes de las riberas del Guijon (Gondh) y el Sindh (Sindhus) que bañan la región de Multan situada en el norte del Pendjab. 

La leyenda que hace de los gitanos personas especialmente dotadas para la clarividencia y la adivinación, ya sea a través de la lectura del porvenir con los naipes o con las líneas de las manos, aparte del hecho histórico de que en la India esas ciencias tradicionales sean consideradas normales y tomadas como superiores a las ciencias profanas y cuantitativas, la leyenda, decíamos, indica que estas ciencias arcádicas y misteriosas le fueron otorgadas al gitano durante su estadía en el centro subterráneo del Agharti. 

El viajero Ferdinand Ossendowsky, en su obra Bestias, hombres y dioses en la que relata sus aventuras a través de Mongolia y las fronteras del Tibet durante 1921 y 1922, cuenta que el bibliotecario del propio buda viviente le confidencio que: “Ciertas tribus negras del Este se internaron también en Agharti y allí estuvieron varios siglos. Más tarde fueron expulsados del reino y regresaron a la faz del planeta poseedoras del misterio de los augurios según los naipes, las hierbas y las líneas de la mano. De estas tribus proceden los gitanos”. 

Uno de los nombres con que se conoce a una rama particular de los gitanos es el de Kalé, que significa "negro", y las tribus negras del Este que menciona en su obra harían referencia - y en esto Albaicin sigue a Guenon - no tanto al color de la piel como al sentido superior que el simbolismo tradicional otorga al color negro: "en un sentido superior, el color negro simboliza esnecialmente el nombre de "Krishna", "negro", por oposición al de "Arjuna", que significa "blanco", representando el uno y el otro, respectivamente, lo no-manifestado y lo manifestado, lo inmortal y lo mortal, el Sí Mismo y el yo". 

A este simbolismo en sentido superior haría referencia la autodenominación como "pueblo negro" de los chinos (li-min), caldeos (nishi slmat kakkadi) y egipcios (kemi, la tierra negra de Egipto), pueblos que "se consideran a sí mismos como ocupantes de una situación "central"; es muy conocida, en particular, la designación de China como "Reino del Centro" (Chung-kuo), así como el hecho de que Egipto era asimilado por sus habitantes al "Centro del Mundo". 

Se ha dicho también, ya para terminar, que el gitano es El Loco del Tarot, la lectura que lo identifica con El Mago (bateuleur significa bufón), que protege su labor bajo el disfraz de hombre errante y saltimbanqui, es decir, de gitano, hombre que trata con caballos y otros animales que llevan cascabeles (adorno también de bufones, cuya función no era otra que decir la verdad con fórmulas presuntamente jocosas y burlonas). Es el Loco que tiene perfecta conciencia de su pérdida y del camino que debe recorrer para reintegrarse al estado primordial. 

La presente obra, como decía al comienzo, esta repleta de datos tradicionales e históricos muy interesantes que echan luces sobre los oscuros orígenes del pueblo nómade de Rrom. A continuación copio un par de párrafos muy ilustrativos y reveladores que muestran al pueblo gitano como un claro exponente de la rama shivaíta hindú:  

“Decíamos que, a partir del sexto milenio de Cristo, extendieron los drávidas por la India, Oriente Próximo y Europa su religión de la naturaleza y el éxtasis, el shivaísmo. Esto es patente en todas las áreas geográficas ocupadas por culturas coetáneas de la drávida de la simbología particular de esta. El toro, el carnero, la serpiente, la Dama de la Montaña, el laberinto, el hacha doble, la swastika, la danza extática, el falo, son adorados y empleados como instrumentos de meditación por todos los antiguos desde el Ganges al Guardiana lusitano. Este clima espiritual – mandalas, sahumerios, bailes y sexo ritualizados, ofrendas y yoguis – reinante en el valle del Indo en los días de la civilización drávida sugerirá al occidental mucho sobre la pertenencia original del gitano que conoce – de los antepasados del gitano que conoce – a ese mundo. Argumenta atinadamente Daniélou cuando dice que el shivaísmo puede ser oriundo o no de la India (los griegos hablan de la misión de Dionisos en India, y los indios de la extensión del shivaísmo hacia Occidente), pero es, en cualquier caso, en India donde se ha mantenido vivo sin irrupción hasta el día de hoy. Que procediese, como parece lógico, de la patria de origen de los drávidas que el mar se tragó, nada sustancialmente nuevo ni decisivo se aportaría a nuestra investigación”.


“La antigua devoción por Shiva del gitano, además de la circunstancia de que continúe siendo la deidad favorita del nómade indio, transparece en la misma significación y sentido que a nuestra vida los Rroma conferimos. El gitano, como Dionisos – el Shiva grecoegipcio -, se embriaga cantando, bailando y bebiendo: busca a través del arte y de la fiesta – más allá del mero placer estético y carnal – el éxtasis, la comunión con lo divino, el retorno siquiera sea momentáneo al estado paradisíaco que lo orgiástico representa. La fascinación que cada movimiento integrado en el baile gitano produce en el occidental no reside sino en su condición en el origen de mudra, es decir: postura o gesto lleno de contenido simbólico, perfectamente identificable en el Natya Sastra y otros códices shivaítas y de danza, que coloca al hombre en un estado especialmente receptivo a las manifestaciones de lo sobrenatural. Y, si se siente ese mismo hombre blanco conmovido por el dramatismo del cante por seguiriyas de los gitanos de España, es por una razón similar: porque – aunque su mismo intérprete lo ignore – se trata de una antigua fórmula de invocación a la divinidad, de un mantra o símbolo sonoro". 
   




     

miércoles, 20 de julio de 2011

Wankar (Ramiro Reynaga Burgoa)

El siguiente párrafo pertenece al libro TAWA INTI SUYU: 5 siglos de guerra kheswaymara contra España de Wankar (Ramiro Reynaga Burgoa), fiero quechwa de profesión antropólogo y sobre todo un reconocido Amauta (sabio andino). 

Este es el sentimiento que comparte una gran parte de la población amerindia que aún mantienen el orgullo de raza intacto y que no están dispuestos a sufrir la "desindianización" o "aculturación" que supone todo proceso de "mestizaje". Como lo ha dicho el antropólogo peruano Rodrigo Montoya Rojas: el mestizaje es una metáfora más no una realidad.      

Latinoamérica como nombre e imagen insinúa síntesis rosada, unión amorosa del noble conquistador español con la bella princesa india. Falso. El asaltante violó a la india paralizada de terror. Ella abortó o se mató para no engendrar. Desde entonces en los Andes hay dos mundos opuestos. El quechuaymara y el español. El Tawantinsuyu y Europa. El mestizo no es tercer mundo. Es ser inauténtico en movimiento. Si es pobre desaparece dentro del mundo indio. Si es acaudalado se confunde con el blanco. El mestizo es indio, en camino de ser conquistado. Por eso no hay historia, arte, música ni vestido mestizo. Imposible imaginar nobleza mestiza”.
                                                       
                          
Intisunqu Waman, otro intelectual amerindio y Amauta, escribe lo siguiente:

* No somos ni inferiores ni superiores a ninguna raza humana, todos somos parte del Gran Misterio;
* Somos parte viviente de la raza amerindia y aborígenes del continente Abya Yala (las Américas), y no hemos llegado, como sostiene la ciencia occidental moderna, del exterior (Asia o Polinesia);
* Estamos orgullosos de ser lo que somos y no necesitamos que nos construyan ninguna identidad nacional ni supranacional;
* Nuestra Madre Patria es el continente Abya Yala (las Américas);
* Hemos conformado pueblos-naciones confederados miles de años antes que los actuales Estados-naciones neo-coloniales modernos;
* Ha llegado el momento de despertar y sacudirnos del desprecio a si-mismo al que nos ha sometido el espíritu occidental moderno durante cinco siglos;
* Tenemos un hogar común para toda la Humanidad: nuestra Madre Tierra, que hay que proteger de la destrucción del occidental moderno y de sus mascotas occidentalizadas (portadores del mismo espíritu maligno que animó traiciones y deslealtades contra sus propios milenarios pueblos-naciones).


                         WIPHALA, SÍMBOLO SAGRADO DEL TAWANTINSUYO 

lunes, 18 de julio de 2011

Arthur Rimbaud, Infancia

Este ídolo, ojos negros y crin amarilla, sin padres ni corte, más noble que la fábula, mexicana y flamenca; su dominio, azur y verdor insolentes, corre sobre playas nombradas, por olas sin navíos, con nombres ferozmente griegos, eslavos, célticos.
En el confín del bosque, - las flores de ensueño tintinean, estallan, relumbran, - la muchacha de labios de naranja, con las rodillas cruzadas en el claro diluvio que surge de los prados, desnudez que sombrean, atraviesan y visten los arcoiris, la flora, el mar.
Damas que dan vueltas en las terrazas vecinas al mar; niños y gigantes, soberbios negros en el musgo verde-gris, joyas alzadas sobre el suelo graso de los bosquecillos y de los jardines deshelados, - jóvenes madres y hermanas mayores con miradas llenas de peregrinajes, sultanas, princesas de andar y atuendo tiránicos, pequeñas extranjeras y personas dulcemente desdichadas.
!Qué hastío, la hora del "querido cuerpo" y "querido corazón"!

Asuras Hindúes

Desde una perspectiva teológica y moral son los demonios, los "ángeles caídos" que siguieron al rebelde Lucifer por el abismo cósmico, pero desde una perspectiva metafísica y ritual son los "estados inferiores" del ser, aquellos "mundos" que se encuentran en "grados" más alejados o periféricos - en relación a la Fuente Principal - que el estado humano. 

Es desde esta óptica metafísica que las narraciones semitas de la caída de Lucifer pueden ser comprendidas como cumpliendo una función cosmogónica, es decir, como una manera sencilla y exotérica de explicar la formación de la creación o manifestación universal. E

sta caída por el abismo de los demonios relata mitológicamente el alejamiento cosmológico que tiene lugar en toda creación o manifestación del universo cuando la sustancia se desprende - aparentemente (el reino de Maya o "rueda del Samsara") - de la esencia y pasa a "cristalizarse" o "coagularse" en los accidentes o "materia" que percibimos con los sentidos (la sensualidad), de ahí que la función de Lucifer cumpla un rol fundamental en la Obra de Dios. 

Vale decir, los demonios son "malos" únicamente si es que se los entiende desde un punto de vista moral, pero desde el rito y la metafísica representan fuerzas necesarias que se encargan de gobernar los dominios del destino y la fatalidad.
  

Sainkho Namtchylak

domingo, 17 de julio de 2011

La senda del filo de la navaja

El camino que en las escrituras tántricas se denomina como “más angosto que el filo de una navaja” es aquel del “discernimiento intelectual”. Discriminar correctamente lo bueno de lo malo, la verdad del error o la esencia de las apariencias accidentales, para así no terminar como el vulgo confundiendo “una cuerda con una serpiente”. Para esto hay que aventurarse a emitir juicios, por más que podamos equivocarnos y ser catalogados como absolutistas, radicales o necios.

 Cierto es que el único Juez es Dios y que Éste emitirá su veredicto a la hora del Juicio Final, pero sus Hijos podemos aventurarnos y adelantarnos a emitirlos con la ayuda de la Gracia del Espíritu Santo que traducido en lenguaje metafísico no es más que la “intuición intelectual” o “tercer ojo” de Shiva. 

Es un camino peligroso (de ahí lo del filo de una navaja) porque nuestras intuiciones pueden ser falsas (psíquicas) y conducirnos por un camino descendente e infernal: el camino del necio o loco y no el del sabio. "Si el necio persistiese en su necedad se tornaría sabio" o sino "el necio no ve el mismo árbol que ve el sabio", son algunos de los proverbios que recoge el poeta William Blake durante su travesía por el infierno y que nos muestran el vínculo entre estos dos estados.   

Hoy en día emitir juicios - es decir moverse por la vida con certezas y afirmando qué o cómo son las cosas - es condenado de inmediato por el "pensamiento único", cual mismísimos policías del pensamiento. Este es un pensamiento relativista y débil que ha llegado al punto patético de dudar hasta de su propia duda, lo que lo desemboca nuevamente - sin que se de cuenta - en el dominio de lo absoluto. 

Son los chandalas, descastados o parias de la tradición hindú que se han alzado con el poder político e intelectual y que ahora gobiernan este mundo de apariencias. “Separar el trigo de la cizaña” (Mateo 13:24-30; 36-42) nos dice el evangelio, indicándonos con parábolas la operación del discernimiento intelectual a seguir. Es la vía que conduce por la "puerta estrecha" (Mateo 40: 7-13; 7-14) y que es equiparable al “ojo de la aguja” (Mateo 19: 23-24), el "séptimo rayo" que representa el centro de la cruz tridimensional o "puerta solar" por donde salimos de las coordenadas del tiempo y el espacio. 

En el terreno del pensamiento filosófico o doctrina, complemento lógico-discursivo y simbólico de todo trabajo metódico, esto se consigue evadiendo las garras del materialismo positivista, los espejismos del neo-espiritualismo “new age” de índole emotivo-sentimental y las áridas teologías religiosas meramente exotéricas. Una vez sorteado estos obstáculos intelectuales aparecerá la vía correcta de la Tradición Primordial, la que se fundamenta en una metafísica simbólica de carácter intuitiva-intelectual

Este camino es el del equilibrista o malabarista que exigen de la persona un máximo de concentración, con la única diferencia de que está en juego no una lúdica presentación sino la vida misma. Y no la vida física, bueno sería, sino la vida metafísica, siendo los resultados de una probable “caída” la desintegración psíquica del ser que lo arrastrará por estados póstumos inhóspitos y calamitosos.       

viernes, 15 de julio de 2011

Sankara, Viveka Chudamani, 538

El hombre dotado de realización obtiene su alimento mendigando sin sentir ansiedad ni tampoco humillación, bebe agua de los ríos y vive libre e independiente; duerme en campos de cremación de difuntos o en bosques sin sentir miedo alguno; sus vestiduras son su misma piel, y no necesitan tenderse ni esperarse a que se sequen; o se viste con cortezas de árboles y otros elementos rudimentarios; la tierra es su cama y camina por la gran avenida del Vedanta, siendo su principal pasatiempo la experiencia del Supremo Brahman. 

lunes, 11 de julio de 2011

"Pieles Rojas" de norte América

Estas fotos fueron tomadas por el fotógrafo y etnólogo Edward Curtis, quien trabajó por más de 30 años al lado de las tribus “pieles rojas” para poder documentar sus vidas, costumbres, lenguas, rituales y más. El trabajo culminó en el año 1930 con la creación de la enciclopedia “The North American Indian”, conformada por 20 volúmenes y más de 1400 fotograbados. Curtis documentó alrededor de 80 tribus en el oeste de Mississippi, desde la frontera de México hasta el norte de Alaska. 

Se le ha criticado el exceso de teatralización en sus fotograbados, pero personalmente creo que su intención fue la de resaltar la dignidad heroica propia del hombre “piel roja” y no tanto retratarlos de un modo naturalista o realista. Digamos que sus fotos son iconográficas y buscan retratar el tipo o arquetipo del que se inspira el hombre “piel roja”. Debemos tener en cuenta que el uso que hacían de las máscaras era un uso ritual y metafísico, lo que significa que les servía como medio para abandonar o des-condicionarse de la persona social ordinaria y así poder "encarnar" ciertas influencias arquetípicas.  



Se suele dar por sentado que todas las poblaciones indígenas del continente Abya Yala (América) son de raza amerindia descendientes del Hombre Rojo, pero eso no es del todo cierto pues están también las poblaciones de los Inuits (a los que comúnmente se les llama esquimales) que son descendientes del Hombre Amarillo y que siempre han habitado en las zonas circumpolares del continente. 

Al parecer los indios “pieles rojas” de Norte América pertenecerían también a la raza amarilla mongoloide, de ahí su parentesco con las formas del shintoísmo japonés o del shamanismo siberiano. Se ha dicho que psicológicamente el indio de norte América es como un samurai convertido en cazador o en nómada. Fueron ellos - los asiáticos - los que cruzaron el estrecho de Bierging desde el Oriente hacia el territorio Abya Yala y no las poblaciones amerindias de la raza roja como suelen afirmar los científicos occidentales. 

El Hombre rojo es aborigen y autóctono del Pueblo-continente Abya Yala, y si es que alguna vez migró hacia esas tierras desde otro lugar fue en un tiempo muy antiguo del que los métodos históricos modernos no tienen cómo registrar. Según esta teoría científicista (coartada perfecta del europeo moderno para calificar también a los amerindios de "colonos" y así justificar su invasión) el paleoindio ha pasado del Asia hacia el continente americano a través de un corredor emergido en el Estrecho de Biering hace unos 12,000 años, final de la glaciosión Winsconsin. 

Pues esto se desmiente con los nuevos descubrimientos arqueológicos realizados por la antropóloga y arqueóloga Niede Guidon, quien afirma haber encontrado restos humanos de hace 50,000 años en algunas regiones de Sudamérica. Las tradiciones milenarias amerindias afirman que el proceso migratorio se ha dado más bien al revés, desde el continente Abya Yala hacia el Asia.



Si deseamos saber los verdaderos orígenes del Hombre Rojo tenemos que hacer caso a las enseñanzas tradicionales que han sido transmitidas oralmente por los mismos Amautas (sabios) amerindios. Éstos afirman que los hombres de raza roja poseen un origen atlanteano y que migraron al continente Abya Yala como consecuencia del hundimiento de la Atlántida a finales de la Edad de Plata. Una parte de sus habitantes partió hacia Egipto y la otra parte migró hacia al continente americano.

Al respecto, Intisunqu Waman, un amigo e intelectual amerindio conocedor y practicante de la sabiduría tradicional tawantinsuyana, en un artículo sobre Nezahualcóyotl (1402-1472), sabio y santo del mundo amerindio prehispánico, dice lo siguiente sobre el origen de este nombre: "Nezahualcoyolt ("Coyote hambriento"), cuyo nombre de nacimiento fue Acolhua (que significa en náhualt: "los que tienen antepasados [procedentes] del agua"): es probable que este patronímico evoque el remoto origen atlanteano de este linaje, seguramente sacerdotal, el cual, al paso de los siglos, se transformó en un "pueblo": los Acolhua. Estos ocupaban la región central del Anahuac (actual Mexico)" 
   



























jueves, 7 de julio de 2011

Erik Satie, Gnossienne Nº 4

La ilusión...amorosa!

¿Qué es, verdaderamente, la ilusión? Un hechizo. ¿Y qué es un hechizo? Una especie de alucinación que distorsiona la visión de la realidad, como cuando el pensamiento se tiñe de puro subjetivismo. Es también una forma de brujería, que no es más que la expresión más baja e inferior de la magia, aquella ciencia tradicional que utiliza la sustancia sutil de los fenómenos para generar causas segundas y sus efectos correspondientes. 

No es - la magia - una vana “superstición” como asumen los descreídos modernos, aunque en estos tiempos haya degenerado en eso. Un lugar común de esta ilusión es el enamoramiento romántico y pasional entre dos personas ¿cómo debería ser nuestra actitud hacia esa ilusión amorosa o deseosa? Pues de extrema vigilancia y desconfianza, aunque eso sea tomado por la mentalidad burguesa como una actitud poco predispuesta a “fluir” o a “vivir intensamente”. 

No se trata, por supuesto, de detener abruptamente esta ilusión, siendo por lo demás imposible dado que poco puede hacer la propia voluntad para conseguirlo, sino más bien debemos apelar a la parte divina en nosotros para evitar ser afectados (mareados). Es la fiebre amorosa de la que nos habla Marcilio Ficino y que según él “radica en una perturbatio y en una especie de infección de la sangre provocada del mismo modo que el “mal de ojo” porque se produce esencialmente por medio del ojo y la mirada”. 

Esta parte divina en nosotros, la intuición intelectual, deberá ayudarnos a realizar el trabajo de no identificación con nuestra individualidad psicofísica. “Je est un autre” dijo el precoz Rimbaud, que traducido correctamente sería "yo es otro" y no "yo soy otro".


El grueso de personas hoy en día poseen un espíritu burgués y por eso entienden las palabras de ese modo, a saber, de un modo meramente psicológico y convencional dejando de lado su raíz metafísica. Un ejemplo de este reduccionismo lo encontramos, al igual que en el vocablo ilusión, en palabras como fetichismo y encantamiento. 

El vocablo fetiche comienza a ser utilizado por los etnólogos modernos, en particular el etnólogo Charles de Brosses, quien lo toma para designar el acto de adoración o culto “fetichista” a objetos materiales (idolatría) que supuestamente practicaban las poblaciones negras africanas. 

Nadie niega que los pueblos verdaderamente “salvajes”, aquellas razas degeneradas y crepusculares perdidas en el tiempo, hayan caído en prácticas groseras de fetichismo, pero no así los verdaderos hombres antiguos que existieron en la Edad de Oro. Es necesario hacer una distinción entre estos pueblos verdaderamente “salvajes” y “primitivos” que encontramos en la actualidad (“objetos de estudio” de los antropólogos y etnólogos), producto de degeneraciones involutivas como decíamos, y las razas antiguas y primordiales que poblaron el planeta durante los inicios del presente ciclo humano. 

Son las ideas perniciosas del evolucionismo darwiniano. Luego pasa la palabra fetiche a ser utilizada por los psicoanalistas, quienes le dan un significado de fijación erótica hacia un objeto determinado, en el sentido de obsesión y neurosis psicosexual. Un ejemplo típico de este fetichismo es el que experimentan bastantes hombres por ciertas prendas femeninas o sino las mujeres por objetos determinados de los cuales no pueden separarse. 

Lo cierto es que fetichismo es una palabra portuguesa y etimológicamente significa brujería. Las fijaciones psicológicas son en realidad “conglomerados psíquicos” que actúan como “nudos” o “amarres” y que si no se “solucionan” a tiempo pueden conducir a la víctima a la muerte o a la locura. 

En el caso del encantamiento, ésta es una palabra que comúnmente se utiliza en frases como “este objeto me encanta” o sino “el encanto de una mujer”, haciendo referencia a un gusto meramente psicológico. Pues lo cierto es que su verdadero significado trasciende la mera cortesía o “etiqueta social” y se relaciona más bien con la teúrgia y sus métodos rituales de invocación espiritual, ya no con la manipulación de la sustancia sutil como sucede con la magia, la brujería y la ilusión. 

En la teúrgia o encantamiento se accede directamente al dominio espiritual y se “atrae” hacia abajo la "influencia" impregnándola en el propio cuerpo. Una persona puede voluntariamente, si es que conoce los ritos y las técnicas apropiadas, encantarse a sí mismo o encantar a otra persona u objeto determinado. Tampoco hace referencia - más bien es su extremo opuesto - a la burda galantería propia del "don juan", quien padece más bien los estragos del sometimiento ciego y pasivo (fatalidad) de sus necesidades deseosas. 

Es sabido que los indios “pieles rojas” de norte América utilizaban la operación del encantamiento para inspirarse antes de un combate o para producir ciertas circunstancias propicias que los beneficiase durante la cacería. También nos remite esta palabra a la fascinación o fascinum, término técnico empleado en la Antigüedad para designar una especie de sortilegio.  


Regresando al tema de la ilusión amorosa o pasional, ésta tiene por causa la naturaleza del deseo y sus ramificaciones instintivas. Los enamorados se desean y buscan satisfacer mutuamente ese deseo, creando como consecuencia de ello una relación compleja no exenta de complicidad (con todo lo que conlleva este término). 

Es un deseo profundo y arcaico que anhela ser satisfecho mediante la posesión del ser amado (o deseado). Es por ello que el Deseo representa la principal causa de la ilusión, a saber, por su naturaleza privativa que lo lleva constantemente a querer buscar calmar esa “sed” o insatisfacción perpetua. Su engaño o ilusión consiste en hacernos creer que puede ser satisfecho plenamente cuando en realidad eso es imposible. 

Julius Evola lo dice así: “el deseo, cuando cree obtener satisfacción, confirma su privación, refuerza la ley de dependencia, de la insuficiencia, de la impotencia para “ser” en sentido absoluto. Esa es la paradoja de la “sed”, vista desde la perspectiva metafísica: la satisfacción no extingue la sed, sino que la confirma, por cuanto implica decir un “sí” a esa sed”.  

El instinto biológico de posesión se refleja en el deseo sutil o psicológico del individuo. Ambos son condiciones naturales del ser humano y por eso nadie está a salvo de padecer sus afecciones, por lo menos nadie que no haya alcanzado aún la Liberación definitiva. 

Esta ilusión amorosa y pasional de los enamorados forma parte de la Maya hindú, aquella ilusión macrocósmica que comprende no solamente nuestro mundo humano sino también el total de la “rueda del samsara”, es decir, los estados superiores e inferiores del ser que en el hinduismo están representados por los Devas y los Asuras y que en las religiones semitas monoteístas representan los Ángeles y Demonios. 

Es cierto que el concepto de maya puede entenderse también como “juego cósmico” o arte en el sentido de producción artesanal cosmológica, pero eso no significa que este juego divino no pueda devenir en perverso y cruel si es que nos olvidamos cómo jugarlo, cosa que ha sucedido desde hace ya bastante tiempo. Se puede entender ahora porqué el deseo humano - y cósmico - es considerado por las doctrinas espirituales como sinónimo de sufrimiento y porqué de su necesidad de trascender sus estados placenteros y dolorosos, pues el placer no es más que su satisfacción y el dolor su insatisfacción. 

El verdadero Amor no es el enamoramiento entre dos personas. Puede que se encuentre implícito y se refleje en este enamoramiento romántico y deseoso, pero no son lo mismo. El verdadero Amor es aquel que en el simbolismo de los “Fieles del Amor” se relaciona con la “Muerte” en su doble sentido: el de “muerte iniciática” y el de muerte natural o profana. 

Rene Guenon nos lo dice así:  “por una parte, hay una cercanía y aún una asociación del “Amor” y de la “Muerte”, debiendo ésta ser entendida como la “muerte iniciática”, y esta cercanía parece continuarse en la corriente de donde han salido, al final de la Edad Media, las representaciones de la “danza macabra”; por otra parte, hay también una antítesis establecida desde otro punto de vista entre el “Amor” y la “Muerte”, antítesis que puede explicarse por la constitución misma de ambos términos: la raíz mor les es común y, en a-mor, está precedida de a privativa, como en el sánscrito a-mara, a-mrita, de manera que “Amor” puede interpretarse como una especie de equivalente jeroglífico de “inmortalidad”. 

El verdadero Amor es más un “asentimiento" de intuición pura que un sentimiento de vientre, a saber, el de las “mariposas en el estómago” que se experimentan con la ilusión o el hechizo del enamoramiento romántico. Este Amor con mayúsculas, que fue el que proclamó el Cristo, un Amor esotérico y metafísico y no ñoño ni humanitarista, trasciende el reino ilusorio del Deseo. Es el Amor que encarna la Virgen María cuando aplasta a la Serpiente del Deseo, un “A-mor” ilimitado e infinito: providencia pura. Como decía hace un momento, no se trata de negar o reprimir la embriagues ilusoria que se origina con el enamoramiento pasional, sino más bien debemos aprender a disfrutarlo sin perder de vista su verdadero significado metafísico.