lunes, 29 de septiembre de 2014

Modou Gaye




Abd Al-Wahid Yahia (René Guénon): Los misterios de la letra Nûn





La letra nûn, en el alfabeto árabe como en el hebreo, tiene por número de orden 14 y por valor numérico 50; pero además, en él árabe, ocupa un lugar más particularmente notable, el central del alfabeto, pues el número total de letras del alfabeto árabe es de 28, en lugar de 22 como en el hebreo. En cuanto a sus correspondencias simbólicas, esta letra es considerada sobre todo, en la tradición islámica, como representación de el-Hût, la ballena, lo que está además de acuerdo con el sentido original de la palabra nûn que la designa, y que significa también 'pez'; y en razón de este significado, Seyyîdna Yûnus (el profeta Jonás) es denominado Dhû-n-Nûn ['Señor del Pez']. Esto está, naturalmente, en relación con el simbolismo general del pez, y más en particular con ciertos aspectos que hemos considerado en el estudio precedente; especialmente, como veremos; con el del "pez-salvador", ya sea éste el Matsya-avatâra de la tradición hindú o el Ikhthys de los primeros cristianos. La ballena, a este respecto, desempeña también el mismo papel que en otras partes desempeña el delfín, y, como éste, corresponde al signo zodiacal de Capricornio en cuanto puerta solsticial que da acceso a la "vía ascendente"; pero quizá con el Matsya-avatâra es más notable la similitud, como lo muestran las consideraciones derivadas de la forma, de la letra nûn, sobre todo si se las relaciona con la historia bíblica del profeta Jonás.

Para comprender bien de qué se trata, es menester ante todo recordar que Vishnú, manifestándose en la forma de pez (Matsya), ordena a Satyâvrata, el futuro Manú Vaivâsvata, construir el Arca en la que deberán encerrarse los gérmenes del mundo futuro, y que, con esa misma forma, guía luego el Arca sobre las aguas durante el cataclismo que marca la separación de los dos Manvântara sucesivos. El papel de Satyâvrata es aquí semejante al de Seyyidnâ Nû (Noé), cuya Arca contiene igualmente todos los elementos que servirán para la restauración del mundo después del diluvio; poco importa, por lo demás, que la aplicación efectuada sea diferente, en el sentido de que el diluvio bíblico, en su significación más inmediata, parece señalar el comienzo de un ciclo más restringido que el Manvântara: si no es el mismo suceso, se trata al menos de dos sucesos análogos, en que el estado anterior del mundo se destruye para dejar lugar a un nuevo estado (1). Si ahora comparamos la historia de Jonás con lo que acabamos de recordar, vemos que la ballena, en vez de desempeñar únicamente el papel de pez conductor del Arca, se identifica en realidad con el Arca misma; en efecto, Jonás permanece encerrado en el cuerpo de la ballena, como Sâtyâvrata y Noé en el Arca, durante un periodo que es también para él, si no para el mundo exterior, un período de "oscurecimiento", correspondiente al intervalo entre dos estados o dos modalidades de existencia; también aquí, la diferencia es secundaria, pues las mismas figuras simbólicas son siempre de hecho susceptibles de una doble aplicación: "macrocósmica" y "microcósmica". Sabido es, además, que la salida de Jonás del seno de la ballena se ha considerado siempre como símbolo de resurrección, y por ende de paso a un estado nuevo; y esto debe ponerse en relación, por otro lado, con el sentido de "nacimiento" que, en la Kábala hebrea especialmente, se vincula con la letra nûn y debe entenderse en sentido espiritual, como un "nuevo nacimiento", es decir, como una regeneración del ser individual o cósmico.

Es lo que indica muy claramente la forma de la letra árabe nûn: esta letra está constituida por la mitad inferior de una circunferencia y por un punto que es el centro de ella. Ahora bien, la semicircunferencia inferior es también la figura del Arca que flota sobre las aguas, y el punto que se encuentra en su interior representa el germen contenido o encerrado allí; la posición central del punto muestra, por lo demás, que se trata en realidad del "germen de inmortalidad", del "núcleo" indestructible que escapa a todas las disoluciones exteriores. Cabe notar también que la semicircunferencia, con su convexidad vuelta hacia abajo, es uno de los equivalentes esquemáticos de la copa; como ésta, tiene, pues, en cierto modo, el sentido de una "matriz" en la cual se encierra ese germen aún no desarrollado, y que, como veremos enseguida, se identifica con la mitad inferior o "terrestre" del "Huevo del Mundo". (2) Según este aspecto de elemento "pasivo" de la transmutación espiritual, el-Hût es también, en cierta manera, la figura de toda individualidad, en tanto que ésta porta el "germen de inmortalidad" en su centro, representado simbólicamente como el corazón; y podemos recordar a este respecto las relaciones estrechas, que ya hemos expuesto en otras ocasiones, existentes entre el simbolismo del corazón, el de la copa y el del "Huevo del Mundo". El desarrollo del germen espiritual implica que el ser sale de su estado individual y del medio cósmico que es el dominio propio de ese estado, así como al salir del cuerpo de la ballena Jonás "resucita"; y, sí se recuerda lo que hemos escrito antes, se comprenderá sin esfuerzo que esta salida es también la misma cosa que la salida de la caverna iniciática, cuya concavidad está igualmente representada por la de la semicircunferencia del nûn. El "nuevo nacimiento" supone necesariamente la muerte al estado anterior, ya se trate de un individuo o de un mundo; muerte y nacimiento o resurrección; son dos aspectos mutuamente inseparables, pues no constituyen en realidad sino las dos facetas opuestas de un mismo cambio de estado. El nûn en el alfabeto árabe, sigue inmediatamente al mîm, que entre sus principales significaciones tiene la de muerte (el-mawt), y cuya forma representa al ser completamente replegado sobre sí mismo, reducido en cierto modo a una pura virtualidad, a lo cual corresponde ritualmente la actitud de la prosternación; pero esta virtualidad, que puede parecer una aniquilación transitoria, se hace en seguida, por la concentración de todas las posibilidades esenciales del ser en un punto único e indestructible, el germen mismo de donde saldrán todos sus desarrollos en los estados superiores.

Conviene señalar que el simbolismo de la ballena no tiene solamente un aspecto "benéfico", sino uno "maléfico" también, lo cual, aparte de las consideraciones de orden general sobre el doble sentido de los símbolos, se justifica más particularmente por su conexión con las dos formas: muerte y resurrección, bajo las cuales aparece todo cambio de estado según que se lo encare de un lado o del otro, es decir, con relación al estado antecedente o al estado consecuente. La caverna es a la vez un lugar de sepultura y un lugar de "resurrección", y, en la historia de Jonás, la ballena desempeña precisamente este doble papel; por otra parte, ¿no podría decirse que el Matsya-avatâra mismo se presenta primero con la apariencia nefasta de anunciador de un cataclismo, antes de convertirse en el "salvador" de él? Por otra parte, el aspecto "maléfico" de la ballena se halla manifiestamente emparentado con el Leviatán hebreo (3); pero está representado, sobre todo en la tradición árabe, por los "hijos de la ballena" (benât el-Hût) que, desde el punto de vista astrológico, equivalen a Râhu Ketu en la tradición hindú, especialmente en lo referente a los eclipses, y de quienes se dice "que se beberán él mar" el último día del ciclo, ese día en el que "los astros se levantarán por Occidente y se pondrán por Oriente". No podemos insistir más sobre este punto sin salirnos enteramente de nuestro tema; pero debemos al menos llamar la atención sobre el hecho de que aquí se encuentra otra relación inmediata más con el fin del ciclo y el cambio de estado consiguiente, pues ello es muy significativo y aporta una nueva confirmación de las precedentes consideraciones.

Volvamos ahora a la forma de la letra nûn, que da lugar a una observación importante desde el punto de vista de las relaciones existentes entre los alfabetos de las diversas lenguas tradicionales: en el alfabeto sánscrito; la letra correspondiente, na, reducida a sus elementos geométricos fundamentales, se compone igualmente de una semicircunferencia y de un punto; pero aquí, estando la convexidad vuelta hacia lo alto, es la mitad superior de la circunferencia, y no ya su mitad inferior, como en el nûn árabe. Es, pues, la misma figura colocada en sentido inverso, o, para hablar con más exactitud, son dos figuras rigurosamente complementarias entre sí; en efecto, si se las reúne, los dos puntos centrales se confunden, naturalmente, y se tiene el círculo con el punto en el centro, figura del ciclo completo, que es a la vez el símbolo del Sol en el orden astrológico y el del oro en el orden alquímico. (4) Así como la semicircunferencia inferior es la figura del Arca, la superior es la del Arco Iris, el cual es el análogo a aquélla en la acepción más estricta de la palabra, o sea con la aplicación del "sentido inverso"; son también las dos mitades del "Huevo del Mundo", una "terrestre", en las "aguas inferiores", y otra "celeste", en las "aguas superiores"; y la figura circular, que estaba completa al comienzo del ciclo, antes de la separación de esas dos mitades, debe reconstituirse al fin de él (5). Podría decirse, pues, que la reunión de las dos figuras de que se trata representa el cumplimiento del ciclo, por la unión de su comienzo y de su fin, tanto más cuanto que, si se las refiere más particularmente al simbolismo "solar", la figura del na sánscrito corresponde al sol levante y la del nûn árabe al sol poniente. Por otra parte, la figura circular completa es habitualmente el símbolo del número 10, siendo 1 el centro y 9 la circunferencia; pero aquí, al obtenérsela por la unión de dos nûn, vale 2 x 50 = 100 = 10 al cuadrado, lo que indica que dicha unión debe operarse en el "mundo intermedio"; ella, en efecto, es imposible en el mundo inferior, que es el dominio de la división y la "separatividad", y, al contrario, es siempre existente en el mundo superior, donde está realizada de modo principial, permanente e inmutable, en el eterno presente".

A estas ya largas observaciones, agregaremos solo unas palabras para señalar la relación con un asunto al cual hace poco se ha hecho alusión aquí mismo (6): lo que acabamos de decir en último lugar permite entrever que el cumplimiento del ciclo, tal como lo hemos encarado, debe guardar cierta correlación, en el orden histórico, Con el encuentro de las dos formas tradicionales que corresponden a su comienzo y su fin, y que tienen respectivamente por lenguas sagradas el sánscrito y el árabe: la tradición hindú, en cuanto representa la herencia más directa de la Tradición primordial,. y la tradición islámica, en cuanto "sello de la Profecía" y, por consiguiente, forma última de la ortodoxia tradicional en el actual ciclo.

NOTAS:


(1). Cf. Le Roi du Monde, cap. XI.
(2). Por una curiosa vinculación, este sentido de "matriz" (la yoni sánscrita) se encuentra también implicado en el griego delphys, que es a la vez el nombre del 'delfín'.
(3). El Mákara hindú, que es también un monstruo marino, aunque tiene ante todo la significación "benéfica" vinculada al signo de Capricornio, cuyo lugar ocupa en el Zodiaco, no deja de tener en muchas de sus figuraciones rasgos que recuerdan el simbolismo "tifónico" del cocodrilo.
(*). Nombre de dos Ásura ("demonios") relacionados con los eclipses. (N. del T.).
(4). Se podrá recordar aquí el simbolismo del "Sol espiritual" y del "Embrión de Oro" (Hiranyagarbha) en la tradición hindú; además, según ciertas correspondencias el nûn es la letra planetaria del Sol.
(5). Cf. Le Roi du Monde, cap. XI.
(6). F. Schuon, -"Le Sacrifice", en "Etudes Traditionnelles", abril de 1938, pág. 137, n. 2. [El pasaje aludido dice: .... volviendo a la India, hay razón en decir que la expansión de una tradición ortodoxa extranjera, el Islamismo, parece indicar que el Hinduismo no posee ya la plena vitalidad o actualidad de una tradición íntegramente conforme a las condiciones de una época cíclica determinada. Este encuentro del Islamismo, que es la última posibilidad emanada de la tradición primordial, y del Hinduismo, que es sin duda la rama más directa de ella, es por lo demás muy significativa y daría lugar a consideraciones harto complejas"'.)


lunes, 22 de septiembre de 2014

El Hinduismo y el Islam

Extracto sacado del sitio de internet "Le Porteur de Savoir", dedicado al estudio del Tasawwuf (esotersimo) islámico inspirado en la obra magistral y providencial de René Guénon, el Cheikh Abd al-Wahid Yahya, y en su heredero intelectual Michel Valsan, Cheikh Mustafa ´Abd el Aziz quien ha prolongado la universalidad tradicional de su obra desde una perspectiva islámica en compañía también del Magisterio y la Providencia.

Link de la página web: http://leporteurdesavoir.fr/



Según René Guénon, no existe duda concerniente a la "unidad esencial de todas las tradiciones": toda su obra lo testifica. A sus ojos, "El cumplimiento del ciclo (de la presente humanidad) debe tener una cierta correlación, en el orden histórico, con el encuentro de dos formas tradicionales que corresponden a su comienzo y a su fin, y que tienen respectivamente por lenguas sagradas el sánscrito y el árabe: la tradición hindú, en tanto que ella representa la herencia la más directa de la Tradición Primordial, y la tradición islámica, en tanto que "sello de la Profecía" y, por consiguiente, forma última de la ortodoxia tradicional por el ciclo actual".

Michel Valsan - Cheikh Mustafa ´Abd el-Aziz a aportado, desde el punto de vista islámico, una contribución magistral y, pensamos, única al estudio de este "encuentro" en su artículo titulado "El Triángulo del Andrógeno y el monosílábo Om". Este trabajo a quedado lamentablemente inconcluso y es muy dificil de encontrar. Se especula bastante sin embargo, desde la desaparición de su autor, sobre las conclusiones a extraer, habiendo afirmado éste último especialmente que "El Islam, forma tradicional que ha venido como conclusión del ciclo profético-legislativo y destinada a quedar como la única forma particular sobre la tierra antes del cierre del ciclo cósmico de la humanidad". Nos permitimos, en cuanto a nosotros, no pronunciarnos sobre estas cuestiones escatológicas particulares cuyo estudio, desde el punto de vista iniciático que es el que nos interesa prioritariamente, no presenta finalmente sino un interes muy relativo y no del todo sin peligro en cuanto a la orientación general del camino espiritual, sobretodo en su comienzo. Como lo enseñaba Guénon resulta "vano querer buscar desde ahora saber cuándo y cómo una manifestación tal (es decir la remanifestación de la Tradición Primordial al final del ciclo) se producirá, y sin duda será muy diferente de todo aquello que podríamos imaginar sobre este tema; los "misterios del Polo" (el-asrar-el-qutbaniyah) están seguramente bien guardados, y nada de ello podrá ser conocido en el exterior antes de que el tiempo fijado no sea cumplido."